-¿Tú sabes lo horrible que es sentir que todo va mal y no poder hacer nada por evitarlo?
-Siempre se puede hacer algo.
-No te equivocas. O puede que sí no lo sé. Lo que sí que sé es que yo no sé que hacer.
-Un día me dijiste que todo dependía del punto de vista del que se mirase, que odiabas a la gente que se ahogaba en sus penas porque siempre se podía salir adelante, que todos teníamos problemas y que fuerte era aquel capaz de plantarles cara. ¿Te acuerdas de todo eso?
-Lo veo todo tan lejano... a veces es muy fácil dar consejos.
-Y muy díficil cumplirlos, sí. ¿Desde cuando te gustan las cosas fáciles?
-Ya no sé ni lo que me gusta. Ya se me ha olvidado lo que quería. He pensado en tantas cosas estos ultimos meses... en mí, en los demás... en todo. Y no he llegado a una conclusión clara. No sé que hacer, que camino tomar, quien quiero que camine conmigo, que pensar ni que decir, no sé nada, absolutamente nada, y me desquicia. ¿Sabes? Me asusta, me vuelve completamente loca, pensar y dar vueltas y volver siempre al mismo punto de partida y...
-Eh, eh. Cierra los ojos por un momento. Escucha una canción, escucha nuestra canción o cualquier otra que te haga evadirte... concentrate en ella y no pienses en nada más. Cuando los vuelvas a abrir piensa solo en tí. En cómo te encuentras, en lo que te hace daño, en lo que necesitas. Cierra los ojos e imagina cómo quieres que sea tu vida en este momento, no dentro de diez años sino ahora. Piensa un poco en el futuro pero no te cierres en él porque las cosas cambian. Mira el presente. Y olvida todo lo de fuera. Tienes que pensar dentro de tí. Porque lo demás no sabes cuanto tiempo va a permanecer pero tú nunca podrás librarte de tí misma. Así que empieza por solucionar todos los problemas que te causas tú. Puesto que son los más dificiles y también los que te apartan de eso que llamas felicidad.
-¿Sabes? Eso es lo que más me jode. Yo, yo y el daño que me hago a mi misma. Siento que no puedo evitarlo. Y me afecta, más que nada y por encima de todo pero siempre está ahí. Como... como una cicatriz de nacimiento que arde por momentos.
-Siempre se puede, siempre.
-He dejado de creer en tantas cosas que ni siquiera creo en mí.
-Siempre se puede hacer algo.
-No te equivocas. O puede que sí no lo sé. Lo que sí que sé es que yo no sé que hacer.
-Un día me dijiste que todo dependía del punto de vista del que se mirase, que odiabas a la gente que se ahogaba en sus penas porque siempre se podía salir adelante, que todos teníamos problemas y que fuerte era aquel capaz de plantarles cara. ¿Te acuerdas de todo eso?
-Lo veo todo tan lejano... a veces es muy fácil dar consejos.
-Y muy díficil cumplirlos, sí. ¿Desde cuando te gustan las cosas fáciles?
-Ya no sé ni lo que me gusta. Ya se me ha olvidado lo que quería. He pensado en tantas cosas estos ultimos meses... en mí, en los demás... en todo. Y no he llegado a una conclusión clara. No sé que hacer, que camino tomar, quien quiero que camine conmigo, que pensar ni que decir, no sé nada, absolutamente nada, y me desquicia. ¿Sabes? Me asusta, me vuelve completamente loca, pensar y dar vueltas y volver siempre al mismo punto de partida y...
-Eh, eh. Cierra los ojos por un momento. Escucha una canción, escucha nuestra canción o cualquier otra que te haga evadirte... concentrate en ella y no pienses en nada más. Cuando los vuelvas a abrir piensa solo en tí. En cómo te encuentras, en lo que te hace daño, en lo que necesitas. Cierra los ojos e imagina cómo quieres que sea tu vida en este momento, no dentro de diez años sino ahora. Piensa un poco en el futuro pero no te cierres en él porque las cosas cambian. Mira el presente. Y olvida todo lo de fuera. Tienes que pensar dentro de tí. Porque lo demás no sabes cuanto tiempo va a permanecer pero tú nunca podrás librarte de tí misma. Así que empieza por solucionar todos los problemas que te causas tú. Puesto que son los más dificiles y también los que te apartan de eso que llamas felicidad.
-¿Sabes? Eso es lo que más me jode. Yo, yo y el daño que me hago a mi misma. Siento que no puedo evitarlo. Y me afecta, más que nada y por encima de todo pero siempre está ahí. Como... como una cicatriz de nacimiento que arde por momentos.
-Siempre se puede, siempre.
-He dejado de creer en tantas cosas que ni siquiera creo en mí.
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