Hay que ver la de cosas que pueden hacer que una levante un señor complejo nuevo así, de la nada. Un día tienes mil complejos, al siguiente, de pronto, tienes mil uno. Yo, personalmente, llevo a la espalda una mochila enorme llena de las inseguridades que he ido acumulando a lo largo de los años. Y, aunque hay algunas que están íntimamente ligadas a mi carácter, muchas otras nacieron a raíz de algún comentario. Bienintencionado, con verdadera malicia o sin ningún tipo de intencionalidad. Alguien que dice algo, sobre mí o mi cuerpo, y, bum, un nuevo inquilino para la mochila. Pero bueno, aunque no soy capaz de evitar que este tipo de movidas me afecten y me calen hondo, lo que sí puedo hacer es tratar de llevarlo con humor. Sí, soy de esas que van de que todo se lo toman a coña. Nunca es real al 100 %, sin embargo, ayuda a sobrellevar lo que sea que te hace daño. Un poquito. Así que quiero compartir la anécdota con la que nació uno de mis complejos más íntimos. La del día en el que el
No me voy a hacer experta en conocer las poleas y engranajes de corazones. Pero me he propuesto aprender poco a poco cómo va funcionando mi máquina y la tuya . Conocer los diferentes ritmos. Saber cuándo tus piezas se ajustan, averiguar cuándo tus engranajes necesitan más mimo para funcionar bien o si las poleas funcionan mejor con risas y confidencias. Hagámonos mecánicos del corazón. A ritmos diferentes pero cercanos. Pongamos piezas nuevas y rescatemos las olvidadas. Venimos sin manual de instrucciones, la mecánica del amor es imposible de aprender. Pero déjame ver cómo las poleas empiezan a moverse más rápido cuando me acerco a ti. Nota cómo giran mis engranajes cuando me besas.
Sí, ya, no es la primera vez que leéis que alguien está solo y no tiene amigos/as. Al parecer es la realidad de una gran (pero escondida) mayoría de jóvenes…pero también os digo que, no es lo mismo estar así a los 20 que a los 30, y os voy a decir por qué. A los 20, aunque tu chumino va tiñéndose ya de negro, estás más abierta a la vida, a conocer gente nueva, a comerte el mundo. Aun te queda inocencia e ingenuidad y todavía te la pueden jugar algunas veces. A los 30 ya no. A los 30 lo tienes bien negro como el carbón y hasta puede que con alguna cana. Eres MUCHO más exigente y no aceptas tonterías. Estás cansada de la vida y de las gilipolleces de la gente y cualquier mínima tontería te desalinea los chakras y pasas de continuar. Las circunstancias vitales de la gente a los 20 suelen ser las mismas: todos están en época estudiantil en mayor o menor grado (salvo excepciones), lo que hace que vuestros planes y vuestros horarios puedan ir en absoluta armonía. A los 30 no, a los 30
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